Del 5 al 7 de diciembre, la Facultad de Ciencias Forestales (FCF) dio un paso significativo en su compromiso con la conservación ambiental al participar en el Curso Combatientes Nivel I “Manejo de Incendios Forestales”. La delegación estuvo encabezada por la Dra. Patricia Hernández, directora del Instituto de Silvicultura y Manejo de Bosques, quien destacó la importancia de esta formación para fortalecer la capacidad de respuesta de la institución ante emergencias ambientales.
Organizado por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), a través del Ing. Gustavo Vitulli, Secretario de Bienestar Universitario, el curso reunió a 40 participantes, entre estudiantes y nodocentes de diversas instituciones. Durante tres jornadas intensivas, los asistentes adquirieron conocimientos teóricos sobre el comportamiento del fuego y métodos de combate, además de realizar actividades prácticas como la construcción de líneas cortafuego, técnicas de rescate en zonas agrestes y simulacros nocturnos de emergencias.
El equipo de instructores, liderado por Manuel Pachado del Cuerpo de Guardaparques del Parque Sierra de San Javier, compartió su experiencia en la gestión de incendios forestales, destacando la importancia del trabajo en equipo y la preparación técnica para enfrentar escenarios críticos. La Dra. Hernández subrayó que esta formación representa un avance crucial para la FCF, no solo en la prevención de incendios, sino también en la restauración de áreas afectadas.
“Desde la institución buscamos fortalecer la capacidad de respuesta de nuestra comunidad académica ante emergencias, al tiempo que promovemos la concientización sobre la importancia de proteger nuestros bosques y ecosistemas”, afirmó Hernández. Este esfuerzo conjunto entre la FCF-UNSE y la UNT refleja un compromiso interinstitucional con la sostenibilidad y la protección ambiental, sentando las bases para la futura formación de una brigada universitaria de combate de incendios.
El curso también destacó la urgente necesidad de abordar los impactos de los incendios forestales, que no sólo destruyen flora y fauna, sino que también generan graves consecuencias económicas y sociales para las comunidades rurales. La colaboración académica y la formación práctica son herramientas esenciales para enfrentar este desafío creciente, marcando un camino hacia la acción y la resiliencia ambiental.